En un mundo donde la convulsión es la nueva normalidad, la logística enfrenta desafíos monumentales. Específicamente, la logística de productos frescos y perecederos, una parte crucial de la oferta argentina, está bajo el foco de atención debido a su sensibilidad a las disrupciones en la cadena de suministro.
La supply chain de estos productos se ve afectada por una multitud de factores, desde cambios políticos y ataques terroristas hasta desastres naturales. Esto ha llevado a una reestructuración radical de la logística, donde la resiliencia se convierte en el activo más valioso.
El auge del populismo y el proteccionismo ha desencadenado guerras comerciales y aranceles, afectando la fluidez del comercio internacional. Asimismo, los ataques de piratas y extremistas han encarecido los fletes y obligado a desvíos de rutas, aumentando los costos en toda la cadena de suministro.
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Por si fuera poco, el cambio climático está imponiendo nuevas regulaciones ambientales que impactan directamente en el transporte internacional y la industria de productos perecederos. La Unión Europea, por ejemplo, está implementando medidas que hacen que el transporte marítimo y aéreo sea más costoso, afectando la competitividad de sectores como frutas, verduras, carnes y pescados.
Ante este escenario, las empresas se ven obligadas a reevaluar sus estrategias logísticas y a incorporar expertos en gestión de riesgos para garantizar la resiliencia de sus cadenas de suministro. La logística ya no es solo una cuestión de eficiencia, sino de supervivencia en un mundo cada vez más volátil y complejo.
En resumen, el tablero de control logístico está en constante cambio y solo aquellos que sean capaces de adaptarse rápidamente podrán sobrevivir y prosperar en este nuevo panorama post-globalización.
Fuente: Tradenews
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