En un viaje de Cancún a Isla Mujeres, uno de los paraísos turísticos de Quintana Roo, un pasajero alertó sobre la falta de chalecos salvavidas en una embarcación turística, recordando un trágico incidente previo en la misma ruta. Este episodio resalta una preocupación generalizada sobre la seguridad en el transporte, que a menudo pasa desapercibida.
La historia del columnista, quien ha sido sensible a las preocupaciones de seguridad desde sus días de entrenamiento como piloto, destaca la importancia crítica de mantener altos estándares de seguridad en todos los modos de transporte, ya sea marítimo, ferroviario o aéreo. Su experiencia personal, al cuestionar la disponibilidad de chalecos salvavidas en una embarcación turística, revela una negligencia preocupante por parte de los operadores de transporte.
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Este incidente no es único. El columnista recuerda otro viaje en tren donde preguntó sobre las salidas de emergencia, solo para ser descartado con una respuesta poco convincente del conductor. Horas después, el tren se descarriló, aunque no de manera catastrófica. Estos eventos subrayan la necesidad de una mayor conciencia y acción en materia de seguridad en el transporte.
El llamado del columnista es claro: no podemos permitirnos descuidar la seguridad en el transporte público o privado, ya sea de pasajeros o carga. La seguridad debe ser una prioridad fundamental en la gestión de cualquier servicio de transporte, respaldada por un marco legal sólido y el compromiso de todas las partes involucradas.
El relato del columnista pone de relieve una preocupación legítima y valida la importancia de abordar las deficiencias en la seguridad del transporte. No se trata solo de mejorar la experiencia del pasajero, sino de proteger vidas y prevenir tragedias innecesarias. Es hora de que tanto las autoridades como los operadores del transporte tomen medidas concretas para garantizar que la seguridad sea una prioridad indiscutible en todos los aspectos de la operación de transporte.
Fuente: T21
