El transporte marítimo es pieza fundamental tanto en materia de comercio como en nuestro día a día. Productos tan básicos como la sal, fundamentales como las frutas y verduras o tan usados como los automóviles son algunos ejemplos de lo que se mueve por mar y, para ser más específicos, por granel.
Los embarques de cargas líquidas y/o sólidas a granel -usualmente denominados solid and liquid bulk– son carga uniforme sin embalaje como pueden ser granos, minerales, productos químicos, crudo y productos derivados, por mencionar algunos ejemplos.
Los embarques a granel representaron el 18% del total de buques y transbordadores que arribaron a puertos mexicanos el año pasado; en total se contabilizaron cuatro mil 161 embarques a granel en 2019, de acuerdo con datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
De la parte de comercio, 66.9 millones de toneladas -de productos a granel- pasaron por puertos mexicanos el año pasado, es decir, 27% del total de importaciones y exportaciones marítimas del país.
Los embarques a granel tienen su grado de complejidad e involucran riesgos en el manejo y cuidado para que el viaje marítimo resulte seguro. El viaje marítimo, constituido por el buque, la carga y el flete, se encuentran en riesgo frente a la travesía como bien se designa con el término ‘aventura’.
Pese a la evolución de los buques, la tecnología instalada e información disponible en tiempo real, el viaje no deja de ser una ‘aventura marítima’ debido a los riesgos propios del mar como son la extraordinaria fuerza de la naturaleza, tempestades, barrido de olas, hundimiento, colisión, entre otras.
Los embarques de cargas líquidas y/o sólidas a granel constituyen un factor adicional de peligrosidad, que pueden derivar en incendios, explosiones y licuefacción.
Para minimizar los riesgos y maximizar el cuidado y la seguridad en el mar, existen recomendaciones del sector marítimo dirigidas a contar con el mayor conocimiento de la carga en cuanto a su susceptibilidad y peligrosidad. Entre los puntos a considerar están el límite máximo de humedad aceptable, porcentaje de evaporación, cercanía de otros productos, grado de ignición y ángulo de reposo de la mercancía.
La preparación de los espacios, bodegas y tanques, dependiendo del tipo de buque, son medidas para evitar incidentes y accidentes en la ‘aventura marítima’. Cuestiones básicas como espacios limpios, libres de olores y ventilados o extractores pueden hacer la diferencia ante un eventual problema.
El trabajo previo para zarpar debe ser inspeccionado por un perito naval. Lejos de ser visto como un “costo adicional” -que no hay nada más errado que ello- el perito brindará el soporte documental y conocimiento técnico, con la intención de hacer la travesía marítima lo más segura posible.
El buque ejecutará un plan de carga en función del tipo de mercaderías, poniendo cuidado sobre la distribución de ésta en bodegas y/o tanques, según corresponda, para resguardar la estabilidad del buque.
No es sorpresa que en la mayoría de los embarques a granel el valor de la mercancía transportada sea elevado y, en muchas ocasiones, supere el valor del propio buque.
Pese a todas las medidas de seguridad, protocolos y tecnología, la ‘aventura marítima’ sigue presente y se puede dar un escenario de ‘avería gruesa’.
Lo anterior es un acto voluntario llevado a cabo por el capitán del buque para salvaguardar la integridad de la tripulación frente a un peligro inminente. Si bien nunca se cuestionará entre salvar una vida o una mercancía, la ‘avería gruesa’ tendrá un elevado impacto económico sobre el cargador y/o embarcador.
Ante los temas de logística, aspectos técnicos y el elevado costo que puede tener la pérdida de mercancía, la recomendación desde AIG México a nuestros clientes, bróker y asesores es acercarse con expertos para que les brinde asesoramiento en riesgos y seguros, con la meta que la ´aventura marítima´ concluya llegando a buen puerto.
Fuente: T21
Imagen: Crowley
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